sábado, 7 de junio de 2008

Cuentos abuelos

De pequeños, todos vivimos las delicias de los abuelos, sus historias y reminiscencias que nos remontaron en lontananza de los tiempos, que fabricaron en nuestras mentes, sueños y cuentos de epopeya, todos marchamos procesiones que no queríamos ni entendíamos, todos rezamos un rosario forzoso al final de la tarde y después..., a los pies de los abuelos, tendidos en un corredor de casa pueblerina, o en la vieja hamaca del tío Mario, que hacía mucho tiempo marchó en busca de sus sueños, todos nos deleitamos de sus charlas de barbacoas y espantos, con enseñanzas subrepticias o directas, con advertencias para el futuro y con trucos para la vida.

Aprendimos recetas que nunca pasaron de moda con el devenir de los tiempos, remedios para el cólico o el dolor de cabeza que todos creemos aún hoy son desconocidos; aprendimos de los abuelos a prodigar consejos y soluciones que igual que ellos nunca aplicamos, y nos cargamos algunos de sus adagios para el camino de la vida. Recuerdo hoy con gracia uno de esos adagios con que el abuelo pretendía abrogarse la sapiencia y el reconocimiento por la experiencia que dan lo años y con los que aún hoy, pretendemos direccionar a nuestros hijos "mas sabe el diablo por viejo que por diablo".

Hasta hace algún tiempo, me creí y apliqué al cuento de los abuelos, pero un día, hace poco; mi hijo de quince años, con las pretensiones y majestad de los abuelos y para zafar de mis recriminaciones, me respondió..."no se crea esos cuentos apá, que el diablo es diablo". Y empiezo a cabilar yo, que ya los cuentos abuelos estaban pasando de moda, que la escuela de arriería de mi abuelo ya no me iba a conducir hacia el futuro, que las tardes de matronas de la abuela se iban a perder en la oscuridad del tiempo pasado, que las pelas con correa de cuero y a veces con sabor a hebilla ya no eran fructíferas y que salí engañado por la historia, porque hasta mi generación se vio la hebilla en las piernas de las muchachas fugadas con el novio hasta las once y media en la heladería la Venus o el Paraíso o esos nombres que mi Antioquia siempre le dio a esos sitios de esparcimiento sabatino que ya se perdieron también en el tiempo y fueron relevadas por los estaderos y estos por otros subterfugios de la modernidad.

Pero el cuento es otro, el cuento es que me perdí en medio de las enseñanzas del abuelo y ahora enfrento las de mi hijo. Si..., como decían los abuelos, "hay que caminar tras el santo que mas alumbre" y ahora, la luz la llevaba mi hijo; "no se crea esos cuentos apá, que el diablo es diablo". Me creó todo un conflicto de aprendizaje, toda una semana de robarle tiempo a las neuronas, un choque generacional que aún hoy me descompone la inteligencia. "El diablo es diablo", ahora tiene razón mi hijo...?

Los abuelos se referían al tiempo pasado bajo la tutela de Dios nuestro Señor, se referían a que de tanto tiempo vivido, se tiene una cosecha, se referían a que de tanto trajinar por la vida y sufrir de sus golpes les asistía el derecho a imponer subrepticiamente sus métodos y creencias, los abuelos se creían que la experiencia la otorgan los años y el tiempo vivido.

Mi hijo se refiere a que no por tener más años, se tiene la experiencia, a que no por tener mas años nos asiste la sapiencia, se refiere a que la vida es vida y el que la vive sabe de ella; lamentablemente para los abuelos y para mí, mi hijo tiene razón.

Después de darle vueltas al asunto y bajo el temor que sugiere contrariar la sabiduría de los abuelos, tras la angustia de tener que superar mis propios preceptos, tras el miedo de verme superado por un muchacho de quince años, me di cuenta que es cierto, que mi hijo sabe mas de la vida que yo y que mi abuelo.

Eureka. No se tiene más experiencia por los años vividos, no se tiene más experiencia por los conocimientos adquiridos, no se tiene más experiencia por los reconocimientos ganados, no. La experiencia se marca como heridas de surco en la piel con los acontecimientos, con esos momentos vividos que nunca se borraran de la memoria, que formaran una escala en los recuerdos. La experiencia se adquiere con la alegría y la tragedia, no con la sucesión y permanencia en el tiempo, no con la rutina, no con los años cumplidos; sino con la calidad de algunos días, de algunas horas, de algunos momentos que por su ocurrencia, estarán presentes cada vez que tengamos que tomar decisiones.

Entonces si, “el diablo es mas sabio por diablo que por viejo”, porque se la pasa de diablo viviendo la vida y no de viejo pretencioso como mi abuelo y como yo.





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